Es imposible permanecer al margen de los históricos acontecimientos que están ocurriendo en estos momentos y que tienen su origen en el hartazgo. Parece que la chispa ha prendido en Madrid y que se extiende por Europa con más o menos fuerza.
Parece que el sistema que desde la caída del comunismo se ha impuesto en este mundo globalizado es el capitalismo, ha excepción de la indefinible China, la resistente Cuba y la indefinible Corea del Norte. Pero también parece que este modo de relaccionarnos entre nosotros económicamente está fracasando por las grandes diferencias que genera entre los que poseen y los que no. Crea además grandes paradojas e injusticias, como por ejemplo de la libertad que tienen los capitales para circular libremente por el planeta y la dificultad que tienen las personas para traspasar fronteras políticas que sólo protegen a los que más tienen (tenemos). Entre los pocos triunfos de la libertad está internet que se está tratando de regular en aras de la seguridad prohibiendo en vez de educando. La libertad exige el esfuerzo de pensar y tener que decidir. Estamos donde estamos porque hemos trabajado en este sentido. Tenemos una crisis de valores que ha generado un crecimiento hacia el exterior y no hacia el interior. Pero hay otros caminos y lo hay dos cosas seguras. Una es el inminente colapso del sistema, con más o menos estruendo, y la otra como consecuencia de la primera, un cambio. En nuestras manos vuelve ha estar nuestro destino.
Este es el análisis de este joven de más de noventa años que es escritor, economista, pensador y filósofo.
